En “Las medias rojas” por Emilia Pardo Bazán, examina la relación entre la pobreza y la familia. El labrador y su hija pugnan con su estatus socioeconómico pobre, sobreviviendo en los vegetales viejos en un marco escénico torvo. Hay una tensión palpable entre el padre y su hija porque no hablan hasta él la enfrenta airadamente, y este estrés deriva de su inseguridad económica. Una vida de trabajo duro con poco éxito hace a un hombre amargado, y la moza sufre las consecuencias de su resentimiento. La alegría de una casa depende, en parte, en la comodidad material disfrutada. La familia tiene suficientes recursos para subsistir, pero subsistir no significa llevar una vida significativa. El mejor ejemplo de esta idea es la agarrada central en el cuento. Explotando en rabia a su hija, el padre la abusa para canalizar su frustración con vida y ansiedad personal en una forma violenta de catarsis. Odia su condición, pero no puede vivir un momento más sin ella.
Tengo simpatía para los ambos personajes del cuento. Es comprensible por qué la moza quiere salir su hogar: no tiene ningunas oportunidades y desea un futuro de paz y libertad de su padre. El labrador necesita a su hija para cultivar los campos; sin ella, no tiene una chance para sobrevivir y ninguna compañía. El perdido del único miembro de su familia es increíblemente doloroso, y cuando tiene muchos años como el padre, significa una muerte aislado. No excuso sus acciones, pero puedo entender sus emociones complejas y su perspectiva oscura.