“No oyes ladrar los perros”

A decir verdad, no me gusta el cuento “No oyes ladrar los perros” por Juan Rulfo.  Mientras es un cuento interesante, es también muy triste con una relación terrible.  Hay muchas vueltas y revueltas durante el medio de este cuento que descubrí muy inesperado y un poco deprimente.  En el comienzo del cuento, el padre y el hijo parece como la pareja perfecta.  Parecen como un padre e hijo cariñoso y bondadoso.  El padre literalmente está llevando el hijo en su espalda, y el padre rehúsa a bajarle en el suelo a pesar de su dolor y sufrimiento.  Él insiste que necesita tomarle a un doctor en el pueblo cercano.  Por eso, en este punto del cuento, la relación entre los dos parece como la meta de una relación entre un padre e hijo.

Sin embargo, el cuento cambia dramáticamente después de las primeras paginas.  De la nada, el padre dice, “Todo esto que hago, no lo hago por usted.  Lo hago por su difunta madre.  Porque usted fue su hijo.”  Este es bastante una bofetada en la cara para el hijo.  Pero el hijo no parece a reaccionar en lo más mínimo.  Si alguien, especialmente mi padre o mi madre, había dicho este a mi, sería desconsolada.  No se si podría recuperar de este.  Obviamente, el hijo de este cuento no tiene las mismas sentidas que yo.  Al principio, esta cita no afecta el hijo, pero el padre continúa con su ataque.  Después, el padre dice que el hijo se ha convertido en un hombre malo y una desilusión que “hubiera matado otra vez si [su madre] estuviera viva a estas alturas.” Esta cita finalmente impacta Ignacio, el hijo.  Aquí, Ignacio empieza a llorar.

Este cuento nos muestra que no sabemos que está pasando en realidad.  Parece que todo está bien con Ignacio y su padre, pero en realidad todo está horrible y arruinado.  No podemos juzgar una relación o cualquier cosa solamente de las apariencias sin investigando los detalles íntimos.  Además, este cuento nos muestra que no podemos permitir este resentimiento crecer adentro.  Obviamente, el padre tiene muchos problemas con el hijo, y finalmente ya no puede contener sus sentamientos.  Sus emociones estallaron y él ataqué su hijo en una manera tan agresiva.  Por lo tanto, hay dos lecciones importantes que podemos aprender de este cuento.

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