Lyra Seaborn, 29 de octubre, Clase 7, Grado 2

La clase de hoy fue caótica; no sé si fue porque había un substituto en vez de la maestra, o si fue porque era la tarde del viernes antes de Halloween y el festival de la escuela, o ambos, pero los estudiantes estaban muy distraídos y revoltosos desde el principio. Tuve que pedirles muchas veces por su atención. Traté de amplificar mis reacciones; por ejemplo, levanté mis brazos y salté cuándo dije, “¡Más energía, por favor!”, o ahuequé mi mano alrededor de mi oreja cuándo no pude oír a la estudiante que estaba contestando. Tuve un poco éxito con estos gestos. Otra estratégia útil fue incorporar un elemento de competencia. Después de introducir el vocabulario nuevo y antes de empezar el repaso, dije algo como, “Espero que escuchaste porque ahora vamos a ver a quien prestó atención.” Esto animó a los estudiantes y estaban un poco más tranquilos y concentrados después. Noté que a pesar del desorden, muchos recordaron las palabras, incluso los que no hablan español en casa. Por ejemplo, un estudiante que no ha participado mucho en el pasado recordó la palabra “el coche” y ofreció contestar cuándo esa pregunta apareció. Además, traté de usar el humor porque esa fue una técnica exitosa en la clase de mi compañera que observé. Tuvimos una actividad en que los niños compararon los modos del transporte y pensaban en cómo podrían viajar a diferentes lugares. Cuándo se convirtieron en distraídos, ofrecí respuestas ridículas (“¿Cómo viajas a España? ¿En pie? ¿En una patineta?”). Este fue exitoso pero solamente para los niños que ya estaban prestando atención. Sin embargo, participaron mucho y puedo notar que están aprendiendo. A ellos les encantaba ser el líder cuándo jugamos “Luz roja, luz verde,” y voy a incorporar más oportunidades para dirigir y compartir su conocimiento.

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