La Bernarda Alba como símbolo del franquismo

El personaje Bernarda Alba en La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca refleja los motivos de represión y opresión del franquismo durante y después de la Guerra Civil Española. De hecho, es decir que Bernarda representa la voz femenina de las ligas franquistas, las que propusieron el orden rígido por los roles tradicionales de género y la sumisión a las demandas de la autoridad absoluta. La descripción de Bernarda en cuanto a su lenguaje, sus acciones, y sus creencias me sugiere que represente ella el “modo de ser” que recomienda Pilar Primo de Rivera, la líder de la Sección Femenina de la Falange.

En un clima política que manda que “las mujeres sean absolutamente morales y cristianes,” Bernarda crea un ambiente que restringe a sus hijas a un modelo de “perfección” (Rivera 47). Bernarda controla cada aspecto de sus hijas—especialmente en el campo de romance y amor. Bernarda, como la Falange, espera “lealtad y sumisión” y “respeto a nuestra jerarquías” sin dudas (Rivera 10). La palabra de Bernarda es absoluta: ella dice, “En esta casa no hay ni un sí ni un no. Mi vigilancia lo puede todo” (Lorca 192).

La Bernarda y la Falange crean una visión falsa de la realidad y hacen todo que pueden para mantener la imagen de orden y excelencia. El blanquísimo de la casa muestra físicamente un deseo de pureza por el orden. La casa sigue las reglas de un “ambiente limpio y despejado del campo,” las que recomienda Rivera (Rivera 47). El símbolo de la pureza tiene que ver con la muerte de la hija menor, Adela. Bernarda sostiene que su hija “ha muerto virgen,” aun que los todos involucrados saben que es mentira (Lorca 205). La Bernarda y la Falange también llevan extremos violentos para mantener su control sobre sujetos—básicamente, ambos eliminan los problemas o amenazas de su vida preferida para siempre. Finalmente, lo que cubre todo de la realidad falsa es el silencio y el temor: nadie puede desafiar a los poderes autoritarios sin repercusiones.

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