Bernarda como mujer central

En La casa de Bernarda Alba por Federico García Lorca, Bernarda Alba funciona como un carácter central del primer acto. En casi todas las escenas, Bernarda tiene un rol activo, como un carácter que tiene líneas, o ella es el sujeto de otros caracteres en la forma de chismes. Al principio de La casa de Bernarda Alba, Poncia, una criada de la casa, habla sobre el gran tiempo que ella ha trabajado por Bernarda y como ella es “una buena perra” (Lorca 119) para su patrona, Bernarda. Este ejemplo demuestra el control que ella tiene sobre las criadas de la casa en la forma de reglas estrictas y de mal humor. Se puede ver este control, especialmente de las criadas, cuando Bernarda entra a una escena y grita “silencio” (122) a las criadas que están hablando en el cuarto. Este control de Bernarda de la casa extiende a sus cinco hijas también. Se puede ver este control cuando ella toma el rol de cura cuando ellos rezan a dios. En este contexto, ella funciona como una figura religiosa, y por eso, elevado del resto de la familia. Bernarda también habla mucho sobre la clase de las personas del campo en términos derogatorios, en particular la falta de clase de la gente del pueblo. Cuando van a llegar a la casa Bernarda dice que ellos solo quieren “llenar mi casa con sudor de sus refajos y veneno de sus lenguas” (127).  En este caso, el control de Bernarda entiende a todas que quieren entrar en su casa.

2 thoughts on “Bernarda como mujer central”

  1. Bernarda es la figura central de la obra, pero no necesariamente significa que ella es la protagonista ni el foco central de la obra. Mientras los eventos que ocurren están enfocados en la vida de Bernarda y su familia, nunca vemos directamente los pensamientos de los protagonistas. Lo que podemos ver en el primer acto es el contraste entre las apariencias y las impresiones reales que tienen sobre Bernarda. Cuando Bernarda no está, todo lo que escuchamos sobre ella de las bocas de sus trabajadores son insultos y cosas negativas. Podemos ver los abusos de Bernarda y podemos verla por la mujer que es, una patrona controladora. El contraste que vemos es cuando Bernarda está presente, todos estos insultos se desaparecen y la tratan con respeto y estima. El control extiende más profundamente cuando va casarse su hija, cuando está hablando con su hija Angustias dice “no me meto en los corazones, pero quiero buena fachada y armonía familiar.” (187) Mas tarde en esa misma conversación la hija le dice “debía estar contenta y no lo estoy” (188) y Bernarda responde “eso es lo mismo.” (188) Podemos ver que claramente ella es la figura central de la autoridad adentro de su propia casa pero no es la que forma las opiniones de los habitantes de la casa. Mientras ella habla mal de las personas del campo en las páginas 160-161 podemos ver que sus propias hijas desean esa libertad y pasión de los trabajadores. Vemos también otra vez el contraste del clima que viven los trabajadores y el encierro de las hijas de Bernarda. Bernarda usa su autoridad para limitar el contacto externo y mantener todo debajo de su control. Pero, el control de Bernarda solo es sobre la aparecía de su casa, y no extienda a las ideas ni pensamientos de las personas que viven allí.

  2. Es interesante como vemos que este control que Bernarda tiene se va disminuyendo a través de la obra, culminando en el acto tercero. En la descripción de la primera escena, dice que es una “habitación blanquísima” y que “un gran silencio umbroso extiende por la escena.” El color de la habitación y la falta de ruido indica una pureza y control que Bernarda ha forzado. La escena del segundo acto es similar. Sin embargo, en el acto tercero, las paredes azuladas y el sonido de platos y cubiertos que interrumpan al silencio crean un sentido de fragmentación. Esta descripción presagia a la fragmentación de la familia que está a punto de ocurrir. Cuando Bernarda describe al “caballo garañón” (182) que quiere salir al corral, es una indicación que la causa de esta inquietud es una fuerza masculina que está fuera de su control.

    Bernarda habla a la Poncia en el último acto, asegurando, “mi vigilancia lo puedo todo” (192). Bernarda dice que tiene control, pero la repetición de frases como estos indica una falta de confianza. En el clímax de la obra cuando Adela rechaza a su madre, quebrando el bastón y diciendo, “en mí no manda nadie más que Pepe” (203), Bernarda está desesperada para ganar su control otra vez matando a Pepe, pero no tiene éxito. Al final de la obra después del suicidio de Adela, esta desesperación es muy aparente. Bernarda dice, “Ella…ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!” (205). Bernarda quiere regresar a “silencio umbroso” que ella tenía en el acto primero, pero es obvio que ella nunca va a tener este control otra vez.

Leave a Reply