El poema “Meciendo” por Gabriela Mistral muestra la fuerza y belleza de ser una madre. En cada estrofa, la voz poética compara el meciendo de la naturaleza con una madre quien esta meciendo su bebé. En la primera estrofa, el mar mece muchas olas. El mar ha creado estas olas como una madre crea un bebé. Y en la segunda estrofa, el viento poderoso mece los trigos mientras una madre mece su niño. El viento es la razón que el trigo puede crecer: el viento dispersa las semillas, y en esta manera, el viento actúa como una madre, un creador. Finalmente, en la estrofa última, Dios, quien representa el creador supremo, mece sus mundos. La voz poética enfatiza que Dios mece sus mundos, el mar mece sus olas, y la madre mece “mi” niño. Este uso de pronombres personales subraya como cada acto es maternal: la madre y también la naturaleza cuidan por sus creaciones.
La forma de este poema es exactamente como alguien quien esta meciendo: adelante y atrás. Por ejemplo, las líneas alternan entre largas y cortas. Además, la segunda línea de cada estrofa empieza con “mece” y termina en una palabra con el sonido “o”. También la línea final de cada estrofa es “mezo a mi niño”. Esta repetición contribuye a un tono tranquilo y poderoso.
Por el uso de repetición y personificación, este poema demuestra que la maternidad no es débil o insignificante, pero es un acto increíble que une el mundo humano al mundo inhumano y natural.
De “Meciendo” por Gabriela Mistral.