A mi modo de ver, las dos lecturas recientes—”What is Literature” y “The Intentional Fallacy,” escritos por Terry Eagleton y W. K. Wimsatt con Monroe Beardsley, respectivamente—nos presenta con dos concepciones de la crítica literaria que son básicamente opuestas. Por primer lado, tenemos la estrategia (y la filosofía) de los formalistas Rusos; por otro lado, tenemos las “intencionalistas.” Ambos autores hacen críticas sobre la eficacia de estas estrategias en analizar una obra de literatura; en el espacio negativo entre estos dos polos extremos de la crítica literaria, podemos visualizar una idea mejor de qué debe ser una crítica.
Wimsatt y Beardsley nos ofrezcan tres tipos de evidencia que una crítica puede usar para evaluar una obra: (1) evidencia interna, que se descubre en la semántica y la sintaxis; (2) evidencia externa, que existe en las revelaciones sobre cómo o por qué un autor escribió una obra; y (3) un tipo intermedio sobre el carácter del autor o sobre los significados privados (Wimsatt 10). Sus problemas con las intencionalistas provienen de un exceso de los tipos (2) y (3). De igual modo, aunque él usa palabras diferentes, podemos proponer que Eagleton diría que los formalistas Rusos dependen demasiados en el tipo (1).
Pues, ¿cuales son los problemas específicos con estas dos escuelas de la crítica literaria? Sencillamente, existen dos problemas estructurales: en el caso de la escuela formalista, cómo Eagleton nos dice, la crítica descontextualiza la obra de su entorno personal e histórico, reduciendo ‘la literatura’ a una ecuación diferencial entre dos tipos de discurso (Eagleton 4). En esta concepción, todo puede calificar y nada tiene ningún significado afuera de sus palabras. En el caso de las intencionalistas, por el contrario, la crítica puede perder el significado en una neblina de hechos incidentales y triviales (Wimsatt 13-14). En esta concepción, el trabajo de la crítica se convierte en una coleccionista de información—en otros palabras, alguien que consulta a un oráculo por el sentido que realmente debe existir en gran parte en el texto.
¿Cómo debemos resolver estos problemas fundamentales? La respuesta no es obvio—y todo lo mejor por su dificultad—pero sospecho que depende en el tipo de obra. El efecto de un poema, por ejemplo, no existe sin sus recursos lingüísticos; es posible que debamos considerar más el tipo (1) de evidencia. (No es necesario saber donde vivió Robert Frost para entender y agradecer su “Stopping By Woods on a Snowy Evening.”) Una novela, aun contando con sus recursos lingüísticos, también se puede leer en un contexto más amplio. (Si no estamos familiares con sus experiencias en la Guerra Civil Española, fallamos mucho del sentido de For Whom the Bell Tolls de Ernest Hemingway.) Necesitamos una mezcla, y necesitamos considerar el género y el tipo de la obra.
Citas
Eagleton, Terry. Literary Theory: An Introduction. Minneapolis: U of Minnesota, 1983.
Wimsatt, William K. and Monroe C. Beardsley. “The Intentional Fallacy.” The Verbal Icon. Lexington: University of Kentucky Press, 1954. 3-17. Print.