“Si al principio no te muestras como eres, no podrás hacerlo cuando tú quisieres.”
La cita arriba viene de la historia, El Conde Lucanor: Cuento XXXV, escrito por Don Juan Manuel. En la historia, el conde Lucanor pide Patronio, su consejero, por ayuda. Lucanor tiene un deudo que quiere casarse con una mujer más rica que él, pero ella tiene un mal carácter. En el proceso de aconsejarle, Patronio cuenta una historia sobre un mancebo bueno que se casa con una mujer con riqueza, pero sin un corazón pulcro por dentro. El padre de esta mujer dice al padre del mancebo, “estoy seguro que si se casa con mi hija, ésta le matará o le hará pasar una vida mucho peor que la muerte.” Es muy evidente que la mujer no es la ideal novia, sin embargo, el mancebo muestra su dominación y autoridad desde el comienzo. El mancebo pide el perro, en una manera furiosamente, para darles agua. Porque el perro hizo nada, el mancebo le cortó la cabeza del perro y hizo la misma cosa con el gato y el caballo. Cuando él pide su novia para agua, ella le dio agua muy de prisa porque tiene miedo.
En lugar de ser reservado, el mancebo muestra su autoridad al principio, y, por eso, le obedezca la novia. Al contrario, el suegro trata de hacer lo mismo que el yerno, pero no vale la pena. El suegro mata un gallo que no obedecía y esta acción no tiene un efecto en su mujer porque ella le ha conocido por muchos años y ella dice, “pues ya de nada te valdrá matar cien caballos.” Este cuento es un superior ejemplo de la importancia de la primera impresión. Es muy difícil para dejar de notar los primeros pensamientos acerca de una persona.
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