En su cuento El Conde Lucanor: Cuento XXXV, Don Juan Manuel crea una narración con capas múltiples para transmitir una moraleja simple: “Si al principio no te muestras como eres,/ no podrás hacerlo cuando tú quisieres” (Manuel 2). La estructura es muy común en la literatura contemporánea; las capas del cuento refuerzan la universalidad de la moraleja.
Pero, a mi juicio, la estructura no es el elemento más poderoso en la transmisión de la moraleja, sino la sintaxis—específicamente la yuxtaposición de oraciones complejas con unas sencillas. Usando el patrón de incluir una oración simple y corto dentro de un párrafo de oraciones complejas, Don Juan Manuel relaciona la mujer en el cuento con los animales. Esta relación es significativa en el contexto del género en el siglo XIV.
En el relato de Patronio, el mancebo moro aterroriza su novia con una serie de actos violentes: persigue y mata un pero, un gato, y un caballo porque los animales no da agua a los manos. En cada instancia, Manuel usa oraciones con estilos opuestos:
El mancebo comenzó a enfadarse y a decirle aún con más enojo que les diese agua a las manos. El perro no lo hizo […] Te aseguro que, si un poco o más conmigo porfías, lo mismo haré contigo que hice con el perro./ El gato no lo hizo […] Cuando hubo mirado por todas partes vio un caballo que tenía en su casa, que era el único que poseía, y le dijo lleno de furor que les diese agua a las manos. El caballo no lo hizo.
(Manuel 1-2).
Por fin, el hombre manda la misma orden a su mujer. El resultado: “Hízolo la mujer” (Manuel 2). Con esta conexión sintáctica, Manuel afirma que la mujer no tiene más poder en un casamiento que tiene un animal. La mujer capitula a su esposo dominante, y por eso ella evita la muerte ensangrentado que sufren los animales.