En su artículo “Ética, Política y Poética: Hacia una Lectura Ecocrítica de Pablo Neruda,” Juan Gabriel Araya Grandón propone dos “actitudes o preocupaciones” en los poemas de Neruda — usando la lente de la Ecocrítica, que se define como “el estudio de las relaciones entre la literatura y el medio ambiente” (Araya Grandón 253)—: una “ecologista” y una “ecológica” (254). El que más me interesa es la actitud de la ecologista, que Araya Grandón describe como “políticamente comprometida,” reflejando especialmente en el poema “Oda a la erosión en la provincia de Malleco” de Neruda.
Para resumir la tesis de Araya Grandón sobre el poema, en sus propias palabras:
Justamente, “Oda a la erosión . . .” pone de manifiesto la destrucción, el descoyuntamiento de la tierra fértil . . . Expresamos que, conscientemente, Neruda desarrolla un programa poético que centra su producción en torno a un eje proporcionado por un sentido cósmico y microcósmico que habla de las sustancias universales.
(255)
Esto — especialmente la descripción del sentido “cósmico y microcósmico” de Neruda sobre el ambiente — me hace pensar en la filosofía del “biocentrismo” (biocentrism), que básicamente mantiene que cada ser vivo es un centro teleológica de la vida. Así que, si bien es cierto que Neruda se compromete políticamente, su biocentrismo también se compromete espiritualmente al paisaje; le mueve no sólo a elogiar la belleza del ambiente, sino también a lamentar su desaparición — su erosión metafórica y literal.
En esta luz, “Oda a la erosión en la provincia de Malleco” adquiere una importancia más allá de los compromisos políticos o familiares de Neruda al paisaje.