En su poema “Rima XI,” Gustavo Adolfo Bécquer argumenta que es imposible encontrar a una mujer perfecta por medio de una conversación imaginada que la voz poética tiene con tres mujeres diferentes.
En las primeras dos estrofas, Bécquer imagina dos mujeres opuestas para representar las mujeres que cualquier hombre puede encontrar en su vida cotidiana. La primera mujer es una morena que se considera a sí mismo como “el símbolo de la pasión” (2). La segunda mujer, en cambio, es una rubia pálida que “[guarda] un tesoro” (8). Así, es presuntamente más inocente que la otra mujer porque el tesoro en este caso puede ser un símbolo para la virginidad. Irónicamente, la voz poética tiene la misma respuesta para estas mujeres tan diferentes. Después de cada estrofa, dice una variación de “No: no es a ti” (10). Está repetición se convierte en irónica porque las dos mujeres que han hablado al fin de la segunda estrofa son completamente opuestas, y entonces es natural suponer que al menos una de estas mujeres reales satisfaría un hombre normal como este hombre.
Sin embargo, la única respuesta positiva que da este hombre sigue la introducción de una tercera mujer. Ella dice que es “un sueño, un imposible,/vano fantasma de niebla y luz” (11-12) y que no puede amar al hombre porque es “incorpórea” y “intangible” (13). Aunque está mujer claramente no es real, la voz poética todavía quiere estar con esta mujer en vez de las primeras, a quienes les encantaría estar con él. Estas fantasías sobre la ilusión de una mujer perfecta que aparece en la tercera estrofa prueban que Bécquer pensó que conseguir el amor de sus sueños no era posible.